FRANCISCO J. MUJICA, ENEMIGO DEL CLERO

ENEMIGO DECLARADO DEL CLERO

Francisco José Múgica Velázquez (Tingüindín, Michoacán, México; 3 de septiembre de 1884 - Ciudad de México, Distrito Federal; 12 de abril de 1954).

Fue un militar revolucionario, General de División y político mexicano. Constituyente en 1917 y Gobernador de los Estados de Tabasco y Michoacán, así como del entonces Territorio de Baja California Sur, además de titular de las Secretarías de Economía Nacional y Comunicaciones y Obras Públicas durante el gobierno de Lázaro Cárdenas.
Fundador, años después, del Partido Socialista de Michoacán, cuyo propósito era "impulsar la lucha de clases hasta conseguir que el control de la sociedad estuviera en manos del movimiento obrero", y uno de cuyos acuerdos fue la creación del Partido Comunista, ligado a la III Internacional.

Francisco J. Múgica fue gobernador de Michoacán en 1920, y, agrarista convencido, quiso aplicar el programa de su partido, por lo que se enfrentó con Álvaro Obregón, pues para éste era más importante obtener el reconocimiento diplomático de Estados Unidos y la condición era precisamente cancelar las reformas de corte nacionalista contenidas en el artículo 27 de la Constitución.

Situación que obligó al general Múgica a vivir en la clandestinidad, periodo en el que entraría en contacto con el general Lázaro Cárdenas con quien estrecharía lazos de amistad y fraternidad de gran valor en las justas que ambos enfrentaron. Esta minuciosa y detallada investigación analiza las acciones de gobierno de Francisco J. Múgica en Baja California Sur entre 1941 y 1945 y las razones que llevaron a Manuel Ávila Camacho a "enviar al rebelde y crítico general Múgica al desértico territorio de Baja California Sur.

A lo largo de su trabajo, el doctor Sosenski se hace las siguientes interrogantes: "¿cuál fue el verdadero propósito de tal designación?, ¿promover el desarrollo de esa entidad y completar de esa manera su definitiva integración al territorio nacional?, ¿defender la soberanía del territorio sur peninsular que se hallaba amenazado por las acciones de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico?, ¿Pudo el general Múgica cumplir sus proyectos a ese respecto?",

Así, el autor hace un recorrido por el contexto político de México en esos años y la rectificación de la política avilacamachista en la Segunda Guerra Mundial, y ya propiamente como gobernador en Baja California, las dificultades que enfrentó para resolver los problemas que tenía por delante: el gasto social, la salud pública, la educación, las comunicaciones, el transporte, los recursos naturales, el combate de Múgica por el poblamiento de la península y por otro lado, en el contexto de la guerra, la soberanía del territorio y las consecuencias de la conflagración para el país.

Finalmente, el autor aborda las causas que motivaron la renuncia del general Múgica al gobierno del Territorio Sur de Baja California y el retorno a su natal Michoacán.

El Artículo 3° 
DISCURSO Por Francisco J. Múgica. Querétaro, Qro.
Diciembre 13, 1916

Señores Diputados:
Estamos en el momento más solemne de la Revolución. Efectivamente, señores; ni allá cuando en los finales del mes de febrero de 1913 el respetable, enérgico y grande gobernador de Coahuila dirigía una iniciativa a la Legislatura de su Estado para pedirle que de ninguna manera y por ningún concepto se reconociera al Gobierno usurpador; ni allá cuando en los campos eriazos, en donde se asienta la hacienda de Guadalupe, en una mañana memorable, estampábamos muchos de los que hemos pasado por los campos de la Revolución, batallando por los ideales del pueblo, firmamos el Plan de Guadalupe; ni allá, cuando la honradez acrisolada y el patriotismo sin tacha de don Venustiano Carranza consignaba de una vez los principios primordiales de la Revolución; ni allá, cuando uno de los más ilustres caudillos de la Revolución derrotaba a la reacción encarnada en Francisco Villa, en los campos de Celaya, ni cuando las agitaciones de la Convención hacían temer a muchos espíritus pobres y hacían dudar a muchos espíritus fuertes en el triunfo; ningún momento, señores, de los que la Revolución ha pasado, ha sido tan grande, tan palpitante, tan solemne como el momento en que el Congreso Constituyente, aquí reunido, trata de discutir el artículo 3º de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos. 

¿Y por qué, señores? Porque en aquellas etapas gloriosas no se trataba más que de vencer de una vez por todas al que tenía el Poder usurpado en sus manos o de acabar con la reacción, y aquí, señores, se trata nada menos que del porvenir de la patria, del porvenir de nuestra juventud, del porvenir de nuestra niñez, del porvenir de nuestra alma máter, que debe engendrarse en los principios netamente nacionales y en principios netamente progresistas, y evidentemente, señores, la ciencia pedagógica ha hablado ya mucho sobre la influencia que la enseñanza religiosa, que la enseñanza de las ideas absurdas, ejerce sobre los individuos, para degenerarlos, no sólo en lo moral, sino también en lo físico. 

Yo soy profano en estas cosas; pero hay aquí en esta Asamblea muchos profesores eminentes que pueden hablar más claro que yo sobre este capítulo y a ellos dejo la palabra. Pero no sólo es esa la faz principalisima de la enseñanza religiosa en México; es también la política y es también la social.

Sobre estos dos puntos, señores, aunque arduos y yo incompetente para tratarlos profundamente, quiero hablaros aunque sea unas cuantas palabras, a trueque de que se me considere enemigo del clericalismo, pues si así se me considera, si así se me juzga, si con ese calificativo pasa a la Historia mi palabra, no importa, señores, porque, efectivamente, soy enemigo del clero, porque lo considero el más funesto y el más perverso enemigo de la patria.

Veamos, señores, la faz política de esta cuestión. La enseñanza es indudablemente el medio más eficaz para que los que la imparten se pongan en contacto con las familias, sobre todo, para que engendren, por decirlo así, las ideas fundamentales en el hombre; y, señores diputados, ¿cuáles ideas fundamentales con respecto a política puede el clero imbuir en la mente de los niños? ¿Cuáles ideas fundamentales puede el clero llevar al alma de nuestros obreros? ¿Cuáles ideas puede llevar el clero al alma de la gleba mexicana, y cuáles puede llevar al alma de los niños de nuestra clase media y clase acomodada? Las ideas más absurdas, el odio más tremendo para las instituciones democráticas, el odio más acérrimo para aquellos principios de equidad, igualdad y fraternidad, predicados por el más grande apóstol, por el primer demócrata que hubo en la ancestralidad de los tiempos, que se llamó Jesucristo.

Y siendo así, ¿vamos a encomendar al clero la formación de nuestro porvenir, le vamos a entregar a nuestros hijos, a nuestros hermanos, a los hijos de nuestros hermanos, para que los eduquen en sus principios? Yo creo francamente que no, porque haríamos en ese caso una labor antipatriótica. ¿Cuál es, señores diputados, la moral que el clero podría transmitir como enseñanza a los niños? Ya lo hemos visto: la más corruptora, la más terrible. Yo traeré a la consideración de esta Asamblea, en un momento más oportuno que éste, documentos, mejor dicho, el proceso más terrible que se haya escrito contra el clero, y, admírense ustedes, señores, escrito por el mismo clero.

Yo creo, señores, que no necesito descender a pruebas prácticas; yo creo que con las razones generales que he expuesto es suficiente para que yo, en nombre de la Comisión, justifique el porqué pretendemos que la enseñanza se quite de las manos del clero, es decir, que no se le permita tomar parte en ella; pero si esto no fuera suficiente, yo os traería al actual momento histórico y os preguntaría, señores, ¿quién es el que todavía resiste, quién es el que de una manera formidable nos hace todavía la guerra, no sólo aquí en el interior de la República, buscando el medio de dividir los caudillos, soplandoles al oído como Satanás soplaba al oído de Jesús, no sólo aquí en nuestra patria, sino en el extranjero mismo? ¿De dónde nos viene este embrollo de nuestra política internacional? ¿Será de las flaquezas del Gobierno constitucionalista? No, señores; porque hemos visto que nuestro Gobierno, que nuestro Ejecutivo, en este sentido ha sido más grande, más enérgico y más intransigente que Juárez; pues sabedlo, señores, esa oposición, esa política malvada que se debate allá en el exterior en contra nuestra provocando la intervención, viene del clero. No necesito descender a traeros aquí pruebas. 

Está en la conciencia de todos ustedes y el que no lo crea puede ocurrir a fuentes oficiales, en donde podrá desengañarse ampliamente. Pero no es esto todo; el clero es el eterno rebelde; no se conforma con ser vencido una vez, quiere ser vencido siempre y está al acecho de ocasiones, está sembrando, está preparando el terreno para más tarde dar el golpe, y ¿será posible que el partido liberal, que vence cada vez que se le lleva a los campos de batalla, cada vez que se le obliga a tomar el arma para vencer a su eterno enemigo el partido conservador, será posible, digo, que después de sus triunfos y en esta vez de nuevo abandone sus conquistas? 

No, señores; haríamos una mala obra, una mala obra, de inconscientes, si no pusiéramos remedio desde hoy para evitar en lo futuro que nuestros asuntos ya no se resuelvan por medio de las armas, sino que nuestras disensiones intestinas se resuelvan en la tribuna, en los parlamentos, por medio del libro, por medio de la palabra, por medio del derecho, y de ninguna manera otra vez por medio de las armas, porque aunque gloriosas las revoluciones que se hacen por principios, no dejan de ser dolorosisimas, porque cuestan mucha sangre y cuestan muchos intereses patrios. 

Sí, señores; si dejamos la libertad de enseñanza absoluta para que tome participación en ella el clero con sus ideas rancias y retrospectivas, no formaremos generaciones nuevas de hombres intelectuales y sensatos, sino que nuestros pósteros recibirán de nosotros la herencia del fanatismo, de principios insanos, y surgirán más tarde otras contiendas que ensangrentarán de nuevo a la patria, que la arruinarán y que quizá la llevarán a la pérdida total de su nacionalidad. 

Fuentes: En 50 discursos doctrinales en el Congreso constituyente de la Revolución mexicana, 1916-1917, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1969, núm. 43, pp. 74-77. 

Fuente: La Revolución Mexicana. Textos de su Historia.  Investigación y compilación: Graziella Altamirano y Guadalupe Villa.  Secretaría de Educación Pública. Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.  México. Primera edición 1985. Cuatro tomos. Tomo IV. p. 47.


Francisco J. Múgica era el sucesor natural de Cárdenas en la presidencia de la República: firme izquierdista; creyente en las grandes reformas de Cárdenas (Reforma Agraria, Educación Socialista, Unidad Obrera, Nacionalización de la Industria); autor intelectual, o al menos el inspirador, de muchas de esas reformas. Su elección como sucesor, en fin, auguraba la continuidad de la política cardenista.


Sin embargo, Múgica era mucho más radical que Cárdenas; quienes lo apoyaban lo veían como el gran consolidador de la obra social cardenista, mientras que sus opositores lo veían como un gran peligro que convertiría a México en una copia de la Unión Soviética.

Al llegar el año de 1939, la popularidad de Cárdenas había caído seriamente; dos personajes de la derecha ganaban adeptos rumbo a las elecciones del año siguiente: Joaquín Amaro y Juan Andrew Almazán; Cárdenas comprendió entonces que la candidatura de Múgica no sería bien recibida por el país ni por el extranjero; se necesitaba una candidatura de centro, menos radical, que lograra unificar a la dividida población y, sobre todo, que le quitara banderas al opositor Almazán.

Esto lo representaba la candidatura de Manuel Avila Camacho, el Secretario de la Defensa Nacional; Múgica no tuvo otra opción que retirar su pre candidatura y sumarse a la de Avila Camacho, con quien nunca había tenido una relación cercana.

Los años anteriores a su muerte, Múgica se encargó de actividades privadas y de la organización de diversos penales, entre ellos el de las Islas Marías. Murió en la Ciudad de México a los 69 años de edad, el 12 de abril de 1954.




Francisco J. Múgica. 


Un romántico rebelde, presentación, estudio introductorio y selección de Javier Moctezuma Barragán, Fondo de Cultura Económica, México, 2001.

HISTORIA Honor a la segunda fila 
La vida y la actuación pública de personajes que, sin intentar disminuirlos, se pueden catalogar de segunda fila, resulta por lo menos tan interesante como la de los que ocupan un lugar en la primera. Francisco J. Múgica es uno de los grandes personajes de la segunda fila de la Revolución Mexicana, que inclusive pudo llegar a la primera. Puede haber, si se quiere, segunda fila "a" y "b". Múgica es de la segunda "a". La actuación de los de primera fila puede resultar poco clara si no se atiende a los que estaban cerca de ellos. 

Estos personajes, en sus campos más restringidos, son dueños de primeras filas indiscutibles, como en el caso de Múgica: el Congreso Constituyente de 1916-17, el gobierno de Michoacán, el cardenismo activo, para citar tres de los ámbitos del general michoacano en los que destacó por mérito propio y en los que dejó marcada impronta. Javier Moctezuma Barragán es autor y compilador de un libro que contiene más de seiscientas páginas de documentos relativos a la actuación revolucionaria del general Múgica y alrededor de 75 de texto introductorio. Con esta labor, el lector tiene un libro que le permite conocer con cercanía y hasta intimidad al revolucionario michoacano.