COMO NACIÓ EL TRIUNFO, B.C.S.

Los inicios de los trabajos mineros en San Antonio y El Triunfo

El Real de Santa Anna. En la formación del primer real minero, de la entonces California, figura el nombre de Manuel de Ocio, de origen andaluz, quien llegó a tierras californianas en 1734, sirviendo a los misioneros jesuitas como soldado en la misión de Loreto.
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Será en 1740 cuando Manuel de Ocio encuentre la satisfacción de lucro, ya que en este año, junto con otros soldados que se encontraban destacamentados en la misión de San Ignacio, tras el conocimiento de que la marea había arrojado un importante número de conchas perlas en una playa cercana a la misión de San Ignacio, se dirigieron al lugar para aprovechar dichas conchas. 

A partir de este momento se abre la expectativa para Manuel de Ocio de hacer fortuna, por lo que decidió renunciar como soldado e iniciar una nueva empresa que significaba para él la oportunidad de generar una importante acumulación de capital. Ante este objetivo y con el fin de proveerse de algunos elementos que le permitieran desarrollar de una mejor manera la pesquería. de perlas, se dirige hacía Matanchel y Guadalajara, lugares en donde consiguió canoas, gente y mercancías . 
Regresó a la península de California con las herramientas necesarias para obtener un excelente rendimiento de los placeres perleros, lo cual le permitió poder realizar una mayor inversión para las posteriores temporadas de pesca, como lo fue la de 1743, de la cual obtuvo muy buenos resultados, tal y como lo señala Miguel del Barco : "….le fue tan bien que sacó de él, y llevó a Guadalajara, hasta cinco arrobas de perla: cosa que causó grande admiración en aquella ciudad” .
Foto de Ian Heimlich (Flickr)
Todo parecía indicar que a Manuel de Ocio la pesquería de perla le estaba generando importantes ganancias, al grado de que tuvo la capacidad de poder hacerse de una pequeña flota, la cual quedó constituida por una lancha, tres canoas y un cierto número de gente que le servía como buzos para la extracción de la perla. 

Se deduce que Manuel de Ocio obtuvo una importante fortuna gracias a la abundancia de los placeres perleros del norte de la California, muestra de ello es el pago que realizaba sobre el impuesto de perlas extraídas, el cual oscilaba en los doce mil pesos anuales; así como el collar de perlas que mandó regalar a la reina de España.

Al iniciarse la decadencia de los placeres de perla, Manuel de Ocio, con el suficiente caudal, se dirige de nuevo a la ciudad de Guadalajara para abastecerse de algunos implementos que le permitirían realizar una nueva actividad económica, de la que también estaba convencido le generaría muy buenas ganancias, esta actividad sería la minería.


Trabajos que inició en el año de 1748 en una zona muy cercana a un paraje que llamaban Santa Ana, dicho nombre había sido impuesto por el padre jesuita Ignacio María Nápoli en 1721, lugar en donde pretendió establecer una misión, de hecho llegó a construir una iglesia, la cual duró muy poco en pie, lo que obligó al padre Nápoli retirarse del lugar.
Foto de Ian Heimlich (Flickr)
Quedó de esta forma abandonado el sitio de Santa Ana, pero con la fama de que en dicho lugar existían ricos yacimientos de minerales, así lo daba a conocer en 1740 Esteban Rodríguez Lorenzo, capitán del presidio de Loreto y suegro de Manuel de Ocio, quien decía lo siguiente: ....de la costa al paraje de Santa Ana hay seis leguas de distancia, muy buen arroyo con muy buena agua y bastante; país muy ameno y abierto con admirables llanadas, lomerías y varios arroyos con agua que salen de una sierra que está enfrente, mirando al sur, y la que llaman de Santa Ana y los naturales le llaman Marinó. Hay en ellas muy admirables maderas de güeribos, robles, encinos, y minerales de plata.



No solo Esteban Rodríguez Lorenzo tenía conocimiento sobre la existencia de yacimientos minerales en la región de Santa Ana, en 1720 un soldado llamado Ignacio Rojas levantó algunas muestras de plata, con lo que quedaba en claro la existencia de este metal en la zona.
Por lo tanto, podemos deducir que Manuel de Ocio no arribó al lugar por mera casualidad, sino ya con el previo conocimiento sobre la existencia de yacimientos mineros, fundamentalmente plata. Al establecer Manuel de Ocio el real de minas de Santa Ana, se daba la primera fundación de un pequeño centro poblacional no misional en la California.

Además, con el surgimiento del real se hacía cumplir un deseo de la corona española de fundar pueblos no misionales con el fin de proteger a los misioneros de posibles ataques o sublevaciones de indígenas. Este mandato real había quedado establecido en una cédula expedida en 1744, el cual había sido obedecido pero no cumplido por los jesuitas, quienes manifestaron al rey lo difícil que sería el erigir en la California un pueblo de españoles.
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Manuel de Ocio inició sus trabajos de explotación, empleando gente que ya estaba en la península de California, seguramente soldados que como él habían renunciado con el fin de dedicarse a la búsqueda de minerales. A otros los trajo de la contracosta, aunque una buena parte de estos salieron de la península ante las difíciles condiciones en las que se tenía que trabajar y el aislamiento en que se encontraba el recién fundado real de Santa Ana. 
Tres años después del establecimiento del real, Manuel de Ocio recibió del Virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, primer conde de Revillagigedo, los títulos de propiedad de las primeras minas en las que inició sus trabajos de explotación, estas fueron: El Triunfo de la Santa Cruz, San Pedro y San Pablo, y en 1752 recibió el título de la mina San Nicolás. 

Para cumplir con sus respectivas obligaciones y hacer valer sus derechos correspondientes como minero, Manuel de Ocio se registró en la real hacienda y caja de Guadalajara. 9 Los primeros años de trabajo fueron difíciles para Ocio y demás gente que se habían establecido en el Real de Santa Ana, no sólo por la oposición de los misioneros jesuitas por el establecimiento y desarrollo de los trabajos mineros en  Santa Ana, sino también por los altos costos que se tenían que sufragar en el proceso de extracción y beneficio de los metales, así como a la falta de mano de obra permanente. 
A pesar de estos problemas a los que se tuvieron que enfrentar estos colonos, poco a poco se fueron arraigando en tierras californianas, gracias a que lograron por lo menos desarrollar los trabajos de la minería, actividad que les dio la oportunidad de contar con un lugar propio. De esta forma, Manuel de Ocio pasaba de ser un simple soldado a propietario de minas, tierras, ganado y barcos. 

Riquezas que había logrado reunir gracias, entre otras cosas, a la explotación desmedida a la que sometió a sus operarios enganchados en la contracosta, ante la falta de mano de obra nativa, a éstos les tocó llevar a cabo los trabajos pesados de la extracción del mineral, quienes recibían un salario muy bajo y además un trato indigno. Los operarios de las minas de Ocio terminaron por convertirse en parias. 

El real de Santa Ana, al igual que otros pueblos de la época colonial, inició su formación con una precaria infraestructura, con algunas casas hechas de madera o con otros materiales de muy poca resistencia, pozos de agua, rudimentarias instalaciones para el beneficio de los metales, al igual que las edificaciones para almacenar alimentos y otras cosas, todo esto sin ninguna planeación urbanística. Pero con el transcurso del tiempo, en la medida en que se fueron consolidando los trabajos mineros, la fisionomía del real de Santa Ana empezó a cambiar, se inició la construcción de casas más amplias y de buen material, se comenzaron a cultivar huertas y se construyó una hacienda de beneficio 
La extracción del metal de la plata, si bien es cierto no tan abundante como en otras regiones de la Nueva España, dio pie al aumento de la población del real de Santa Ana, de acuerdo al padre Baegert, al inicio de los trabajos, existía una población de 400 almas, en su mayoría españoles nacidos en América, otra parte eran indios, pero de otras regiones de la Nueva España, ya que los indígenas de la California, aparte de ser ya una reducida población, nunca mostraron afecto por los trabajos mineros.
Cuarenta y dos años después, es decir, en 1790, el real de Santa Ana tenía una población de 695, de los cuales 3 eran europeos (así se definían a los no hispanos), 133 españoles, 198 indios ( no de la California, sino de otras regiones de la Nueva España), 157 mulatos y 204 habitantes de razas mixtas.
Foto de Ian Heimlich (Flickr)
Si bien es cierto que la población que arribaba al real de Santa Ana no lo hacía de manera masiva, esto no quiere decir que el pequeño real no estuviera garantizando la colonización civil de la península, sus trabajos mineros, aunque no muy abundantes, estaban motivando el arribo, de manera paulatina, de nuevos colonos, quienes de alguna forma darían pie al desarrollo de otras actividades económicas como la ganadería y el comercio. 
Conduciendo diligencia con 14 mulas ceca de El Triunfo BCS
21 abril 1926
Fotografía de Edward H. Davis

Se dice que las actividades mineras del real de Santa Ana nunca fueron de grandes proporciones, su producción se vio siempre limitada ante la poca capacidad económica de los mineros por introducir tecnología que les permitiera explotar a mayores profundidades el mineral, es decir, no tuvieron la solvencia económica para poder hacer frente a los altos costos que implicaba el abasto, pago de salarios e infraestructura. 
Vieja casona en El Triunfo
Foto de Ian Heimlich (Flickr) 

Realmente fueron pocos los que se vieron beneficiados por la extracción de plata en el real de Santa Ana, uno de ellos fue obviamente su fundador Manuel de Ocio, quien no sólo se dedicó a las actividades mineras, sino también a la ganadería y el comercio. Se puede decir que Manuel de Ocio estableció un monopolio de estas actividades económicas, prácticamente tenía el control, sobre todo del comercio, ya que a través de su almacén se convirtió en el distribuidor de diferentes implementos necesarios para la vida de los pobladores del real, así como para los trabajos de explotación minera. A pesar de estos beneficios, Manuel de Ocio no llegó a convertirse en un acaudalado empresario; sino todo lo contrario, la situación de Manuel de Ocio y de otros mineros que también sobresalieron no fue muy desahogada, mientras que el resto de la población del real se componía de gente miserable que seguía alguna pobre veta o cribaba granillos de oro sobre los arroyos de la sierra cercana a Santa Ana.
TODO EL PUEBLO ES UN MUSEO
Foto de Ian Heimlich (Flickr) 

Lo que hemos señalado nos lleva a decir que esta era la misma realidad que empezaba a vivir el mineral de San Antonio y El Triunfo a partir de las últimas cuatro décadas del siglo XIX. Como lo hemos ya descrito en líneas anteriores, fue a partir de 1857 cuando dicho centro minero entró en un proceso de modernización, llevando con ello a un desarrollo demográfico y económico de la región. Aserto que se sustenta en los datos del padrón de 1857 donde se advierte el despegue demográfico, pues para ese año el total de población en el Territorio de la Baja California era de 8 691 habitantes, de los cuales 1 787 correspondían a la municipalidad de San Antonio, con lo que se ubicaba en el segundo lugar de las municipalidades más pobladas, es decir, después de San José del Cabo que tenía la primacía con 3 334 personas. Sin lugar a dudas 1857 será el año crucial en el desarrollo demográfico de la municipalidad que nos ocupa, tomando en cuenta que en 1849 contaba con 1 534 habitantes. 
Casa de Modesto Cota a principios siglo XX 

Precisamente en 1857 la municipalidad de San Antonio contaba con el mayor número de poblados y congregaciones, para ser exacto estaba constituida por diez secciones, las cuales eran San Antonio, Tescalama Cacachila, La Trinchera, El Carrizal, El Triunfo, El Rosario, San Simón, Santa Ana y San Bartolo. En el cuadro 1 se puede advertir cuál era el número de habitantes en cada una de estas secciones.

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