NÁUFRAGOS AMIGOS JAPONESES DE THOMAS E. RITCHIE
Libro Kaigai Ibun
Importancia de Este Libro
El descubrimiento de México por los japoneses
Kaigai Ibun es considerado como uno de los cincuenta libros que sacaron a Japón de su aislamiento y lo introdujeron en la era internacional.
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El Mazatlán que Jatsutaro vio en 1842 Jatsutaro, Maekawa Bunzo y Sakai Junzo - Libro Kaigai Ibun |
Jatsutaro en sus narraciones del libro Kaigai Ibun da cuenta de que cuando él y sus compañeros llegaron a Cabo San Lucas, a finales de mayo de 1842, había un par de casas y unos veinte habitantes.
Sin embargo, indican autores estadounidenses, entre ellos Henry Edwards, que fue un inglés de nombre Thomas Ritchie, el Viejo Tom Richi, quien fundó Cabo San Lucas. J. Ross Browne, autor también estadounidense señala 1828 como el año de llegada del capitán Ritchie al Cabo.
Según Henry Edwards Thomas Ritchie murió hacia octubre de 1874. En la red pueden consultarse en Historia de Mazatlán en el Siglo XIX, sitio que contiene la versión de ambos escritores así como un dibujo de la casa que habitaba este capitán inglés.
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Ccasa del capitan Tomas Ritchie en Cabo San Lucas dibujo de John Ross Browne 1867 |
n 1809 - m 1874
El 7 de octubre de 1841 el barco pesquero Eiju Maru zarpó de Hyogo, Japón, llevando a bordo a Jatsutaro y su hermano mayor, Shichitaro, el capitán Zensuke Inoue y once pescadores más. En Uraga el barco fue inspeccionado y al día siguiente zarpó rumbo a Oshu, mas el viento lo obligó a ir hacia Izu hasta ir a parar a Oajiro. Dibujos de los Náufragos Amigos Japoneses del Viejo Thomas H. Ritchie. Los siete japoneses permanecieron durante dos días en ese lugar De ahí los náufragos fueron llevados en barco a San José del Cabo, donde fueron presentados ante la autoridad. Ahí encontraron a Shichitaro y Manzo, dos de los japoneses que habían permanecido en el barco que los había traído a Baja California y que, al igual, habían sido abandonados en la playa.
Japones arribando a San Vicente cerca al este de San José del Cabo |
Cuando los japoneses llegaron a San José del Cabo, al inicio del mes de julio, era la época de la cosecha de maíz y en los patios de las casas estaba siendo amontonado. Había unas ochenta casas, la mayoría tenía el techo de palma y algunas eran de forma cuadrada con blancas paredes.
En San José del Cabo unos veinte comerciantes adoptaron a cada uno de los japoneses y los llevaron a vivir su propia casa. El patrocinador de Jatsutaro fue don Miguel Chosa.
En noviembre de ese año Jatsutaro conoció a Berón, un marinero amigo de Miguel Chosa, quien preguntó al japonés si era su intención regresar algún día a su país natal, y le recomendó trasladarse a Mazatlán donde le sería más fácil encontrar un barco con destino al lejano oriente.
En su propio barco Berón transportó a Jatsutaro y Zensuke de San José hasta Mazatlán, donde llegaron entre el cinco y seis de diciembre. La fortuna seguía de su lado pues un bergantín estadounidense saldría en cuestión de cuatro o cinco días rumbo a China.
El Regreso a Japón
Berón llevó a Jatsutaro y Zensuke a las casas de las familias pudientes de Mazatlán, a quienes pedían ayuda monetaria para enviar a los japoneses de regreso a su país. Algunos les daban cinco o diez monedas de plata; de las familias más ricas obtenía treinta e incluso cincuenta monedas. Fue así como reunieron 260 monedas.
Jatsutaro y Zensuke querían regresar a San José para llevar a sus compañeros en el viaje a China. Pero no había tiempo, Berón les advirtió que si perdían ese barco podrían pasar seis doce o veinticuatro meses antes de que otro barco zarpara con ese rumbo. Con dolor Jatsutaro y Zensuke utilizaron cien monedas para comprar pasajes en barco; y el resto se utilizó en ropa, vinos y otros artículos.
Sólo cinco días estuvieron Jatsutaro y Zensuke en Mazatlán ya que abordaron el bergantín estadounidense. Jatsutaro pasó por Macao y Zhapu, China, hasta que por fin regresó a su casa el 2 de octubre de 1844.
Jatsutaro narró a las autoridades sus aventuras en el mar y en aquellos lejanos y extraños lugares de México, y su viaje de regreso por China y otros lugares.
El episodio de 1841
Si la curiosidad intelectual vence las barreras políticas, el azar y el océano no saben de leyes humanas, y las corrientes marinas siguieron uniendo a ambos países. En 1609, más de trecientos náufragos novohispanos fueron salvados en las costas de Japón. En 1841, trece marineros japoneses desviados de su ruta en el Océano Pacífico por una tormenta fueron rescatados después de cuatros meses de naufragio por un barco pirata español, Ensayo, tripulado por dos españoles con veinte tripulantes filipinos con rumbo a Acapulco.
Al cabo de sesenta días de trabajos forzados como esclavos en ese barco, los fueron a dejar en las costas de la Península de Baja California en 1842, siete en Cabo San Lucas y dos en San Jóse del Cabo, y otros cuatro en Guaymas.
Fueron trece tripulantes del barco japonés Eiju-maru, Eterna Felicidad, que había salido de Kobe con dirección al noroeste de Japón, Miyako, actual Prefectura de Iwate y transportaba sake, azúcar y algodón. La gente de la costa les dio auxilio. Cuatro de ellos llegaron hasta Mazatlán. Los tres siguieron su camino de México hasta Valparaiso, Chile.
Hubo un desaparecido pero los cinco pudieron volver a Japón via Filipinas al cabo de un par de años, donde debieron presentar informes de su viaje y sus experiencias a las autoridades.
Gracias a ello hoy podemos apreciar las crónicas interesantísimas surgidas de sus memorias y narraciones, con las que los pintores japoneses dibujaron los paisajes mexicanos. Entre ellos estaban los cinco tripulantes vueltos a Japón: Zensuke Inoue, de veintiún años de edad, como capitán del barco de 195 toneladas y otros cuatros tripulantes.
Ahora no mencionamos todos los títulos de las crónicas que se conservan hoy, pero nos llama la atención una crónica basada en la narración del tripulante regresado a Japón llamado Takichi: Meshiko Shinwa, Noticias de México, de once volúmenes, dentro de los cuales hay una parte referida a México traducida al español.
Estos documentos sobre México, sin duda, fueron una ventana al resto del mundo para los estudios japoneses en la época del Japón aislado durante 250 años.