MANGO CAZO PERDIDO
Con "J" de Junio y Julio los meses
jalea de mango en los Cabos
Solo con mangos criollos de la región.
JALEA de MANGO CAZO PERDIDO
Mangos en la Huerta |
Y póngase los tenis, porque hay muchas espinas. Nos gustaba andar de pie pelado, a patas, decíamos. Ahora el mundo sabe a calzado.
A la vista, la huerta de San Blas, de los Villarinos, esto, ya no podía esperar. Ayer, ya tarde, listo quedo el patio, una hornilla, leña, una mesa, un palo batidor, y el cazo. Un asunto de familia, para todos.
Juntando mangos en la huerta
muy temprano para elaborar jalea de mango criollo
Los Cabos Baja California Sur
Ya por llegar de Nogales, nuestra abuela materna, mi Nana Carmen Gómez Ritchie, su visita, eran dulces, buenos, no como los de aquí; tenis gringos, que no duraban mucho, porque son muy cochis y trochis, decían; playeras rayadas, vestidos y camisas.
Y rumbo a Nogales: Jalea de mango, chorizos, bolitas de tamarindo con azúcar, orejones de mango, entre otros. Mi Mama tenía un cazo de cobre, muy apreciado, valioso, único, José Luis Verdugo Pedrín, mi Papa, lo trajo de la Ciudad de México.
MANGOS EN LA AZOTEA
Atípico. Año de 2016 ya maduros en el mes de abril Ese cazo se perdió. No han visto el CAZO inquirió mi Mama, con un tono muy de ella, presentes Marina del Carmen nuestra única hermana, Quiqui, Gabriel, Mandy mi esposa, y Yo. No, no lo hemos visto. Enseguida el exclamo maternal: ¡!!!YA ME LO CHINGARON!!!¡ Esto, no solo era un grito de guerra, tan solo, el inicio de rescatar lo perdido, a como diera lugar.
Casa de mis padres José Luis Verdugo Pedrín y Carmen Villarino Gómez (1967)
Y así sucedió. muy temprano, Marina, al volante, ya sabía manejar; pero de una forma no muy convencional, para dar reversa aceleraba el motor frenando las ruedas, y soltándole el pedal del freno poco, a poco, chillando el motor, daba reversa, en cuanto no nos paso algo. Después le quite el carro. Bueno, ya montados en el carro, dispuso mi Mama, buscar el cazo, suerte que eran pocas señoras que poseían un cazo, y no como ese; pero esto, era recorrer San José, El Rosarito, Santa rosa, La Playa Las Animas, La Choya; en casas y huertas, nada más.
Marina del Carmen Verdugo Vilarino |
Saludábamos, buenos días, y, ¿jalea?- Si doña güera, en pregunta directa, y, un, bueno, aquí no está, pues ni modo, una despedida; y así, sin resultado alguno.
Después de seis horas y veinte minutos, nos sentamos en el comedor del corredor, cansados, con mucho calor, una limonada; y ahora, el recuerdo que le dije a Marina: ESTO ES UN CAZO PERDIDO, mi mama pasaba por allí, instantáneo, un coscorrón en mi cabeza.
San José del Cabo año de 1976 cuando ocurrió este caso. |
Enojado le dije a Marina del Carmen, este pinche cazo, esta aquí, y adentro de la casa. La réplica maternal, fue, cállate tú no sabes nada. Y en las primeras, me fui al cuarto de Quiqui, y Raúl, detrás de las cortinas del closet de cemento, donde mi papa guardaba sus rifles, abanicos eléctricos, maletas, ropa; ahí, estaba el pinche CAZO. Recuerdo fotográfico, me invade memoria fresca, los ojos de mi mama, que me premiaron, con su mirada dulce. Nada dijo, acto seguido nos ofreció la comida. Ya tranquilos, pues, apareció el cazo, solo se buscó un día, afuera, lo que en la casa estaba... Dulces recuerdos, del "CAZO PERDIDO"